Iluminación para oficinas
La iluminación para oficinas se encuentra sujeta a una serie de normativas estrictas que buscan el ahorro energético.
Es decir, en una oficina no podemos instalar cualquier sistema de iluminación. Hay que cumplir una serie de requisitos legales relacionados con la eficiencia, ya sea en la puesta en marcha de un sistema nuevo o en la remodelación de una oficina ya existente.
A la hora de implantar un nuevo alumbrado en oficina, hay que presentes dos objetivos fundamentales:
- Alta eficiencia.
- Un sistema de control que corrobore y facilite los niveles de eficiencia que hoy día requiere una instalación.
Esto, que puede sonar sencillo, se complica en el momento en el que lo combinamos con las necesidades reales de un espacio de trabajo.
Cada oficina o empresa es un mundo. Cada una de ellas utiliza sus instalaciones de una forma u otra. No es lo mismo un call center, que una redacción de un periódico, o una sala de reuniones.
Dependiendo de las funciones que se realizan en el espacio de trabajo, las necesidades lumínicas son diferentes. Es fundamental, en este punto, realizar una instalación de forma conjunta con el cliente.
Dicho de otro modo, la empresa a la que se instala el nuevo sistema debe trabajar mano a mano con el instalador desde el primer momento, para detectar posibles necesidades concretas que requieran de unas condiciones de luz específicas.
Opciones de iluminación para oficinas
Según la Guía Técnica de Eficiencia Energética en Iluminación de Oficinas, que ha sido editada por el IDAE (Instituto para la Diversificación y Ahorro de la Energía), existen tres opciones básicas en la iluminación de este tipo de instalaciones, y sobre las que debemos empezar a trabajar, añadiendo posteriormente necesidades o especificaciones concretas.
Esta entidad, dependiente del Ministerio de Ciencia y Tecnología, establece como tres opciones básicas:
- El alumbrado general.
- El general localizado.
- El general más alumbrado local.
El alumbrado general se basa en una distribución regular de las luminarias. Si contamos con una serie de puestos de trabajo consecutivos (lo que conoceríamos como el típico espacio de oficinas con mesas adheridas), deberíamos apostar por este sistema.
El alumbrado general localizado proporciona una distribución irregular de los puntos de luz, en función de las zonas de trabajo. La recepción requerirá de unos puntos y necesidades diferentes que otras áreas de oficina.
El tercer tipo sería una combinación de las anteriores opciones.
En cualquier caso, se debe elegir entre un alumbrado directo o indirecto. En el primero, el punto de luz se focaliza hacia abajo. El objetivo es concentrar toda el haz en una misma superficie que necesitamos que sea especialmente visible por necesidades laborales.
En el indirecto lo que hacemos es concentrar la mayor parte de la luz hacia el techo o pared, siendo estos elementos unos reflectores de la iluminación. Este tipo de luces tiene un sentido más decorativo que práctico, aunque también facilita el día a día en una oficina, puesto que sirve para generar una mayor sensación de espacio, por ejemplo.
Para los puntos de luz indirectos tenemos opiniones favorables y desfavorables, a analizar con la empresa en cuestión. Hay quien opina que no es coherente impulsar la luz hacia elementos que, en su concepción inicial, no cuentan con los mejores materiales reflectantes.
Con el alumbrado indirecto en oficinas se evitan imágenes especulares derivadas de las pantallas de los ordenadores, así como un contraste menor en el espacio de trabajo.
Aunque el gran punto negativo de una luz indirecta es la falta de eficiencia. Hay una irremediable pérdida del haz de luz en el camino que va desde la fuente hasta el espacio de trabajo, tras reflexionar sobre elementos como pared y techo. Según la mencionada guía del Ministerio de Ciencia y Tecnología, esto genera una pérdida de eficiencia que oscila entre un 20 y un 60%.
Ambas opciones pueden combinarse, consiguiendo máxima eficiencia y efectividad a la hora de iluminar espacios de trabajo. En cualquier caso, insistimos en la necesidad de trabajar mano a mano con la empresa en cuestión, para realizar un planteamiento útil que realmente reduzca costes al máximo sin que las necesidades mínimas de la oficina se vean alteradas.
Tipos de luminaria en oficinas
A continuación repasamos los tipos de luminarias más comunes, y que cumplen con la legislación vigente:
- Pantallas y lámparas fluorescentes. Son las más comunes en oficinas.
- Luminarias de suspensión. Iguales que las anteriores, aunque colgadas del techo, y no empotradas en éste.
- Luminarias de superficie o adosadas con lámparas fluorescentes con ópticas especulares o difusas.
- Downlights empotrados. Típicas en cafeterías o recepciones.
- Fluorescentes lineales, para cocinas, archivos o almacenes.
- Luminarias estancas de interior, para almacenes o talleres.
- Proyectores con lámparas de alta presión, que son los que se utilizan para la iluminación de la fachada.
Estos son sólo algunos ejemplos, aunque como recomendación final, lo importante a la hora de iluminar una oficina es realizar un estudio inicial de necesidades, y hacerlas compatibles con la normativa, con el objetivo de conseguir un sistema de iluminación eficiente que ayude a desarrollar las funciones del día a día en un centro de trabajo.
En ocasiones, no somos conscientes de la vital importancia de este tipo de cuestiones. Por ejemplo, existen empleados que pueden sufrir fatigas visuales o dolores de cabeza, y estos pueden estar relacionados con un sistema de iluminación deficiente, que genera bajas laborales e ineficiencia de los recursos de la empresa.
Otra cuestión importante, y que pone en valor la necesidad de realizar un estudio inicial, es el aprovechamiento que una empresa instaladora debe realizar de la luz natural. Se debe estudiar la orientación de la oficina y la potencia de los puntos de luz natural, con el objetivo de tener en cuenta a esta fuente de iluminación en la instalación de luz artificial.